A estas alturas resulta ya innegable la importancia, tanto cognitiva como utilitaria, de la etnobotánica, esa ciencia que analiza el lugar de las plantas en los distintos contextos culturales. Sin embargo, y en lo que a nuestro país respecta, esta disciplina sigue siendo poco conocida y valorada fuera de los círculos especializados. Algo que no deja de ser preocupante, ya que en España los conocimientos tradicionales sobre plantas están desapareciendo a gran velocidad.
Beatriz T. Álvarez
Dependiendo de la época y del autor, la etnobotánica, ciencia
interdisciplinar que recoge y analiza los usos, conocimientos, costumbres,
ritos y creencias que tienen origen en las interacciones hombre-plantas, ha
sido definida y enfocada de distintas formas. Así, Harshberger, el primero en
utilizar este término, se refirió a ella como al estudio de los vegetales
empleados por los pueblos con escaso desarrollo tecnológico [1].
Con el paso de los años, el objeto de estudio de la etnobotánica
se fue extendiendo a la totalidad de las relaciones ser humano-mundo vegetal,
incluyendo no sólo los aspectos utilitarios sino también, los cognitivos y
simbólicos. Es decir, que en su concepción más amplia esta disciplina analiza
el lugar de las plantas en los distintos contextos culturales.
Conviene aclarar que, aunque las plantas constituyen un elemento
clave para cualquier cultura (no hay que olvidar que son fuente de alimentos,
de remedios curativos, de materias primas textiles, para la construcción, para
la fabricación de papel, . . . ), por lo general los estudios etnobotánicos se
centran en aquellos grupos humanos que se relacionan de una manera más estrecha
con el medio. Es decir, en las poblaciones con escaso desarrollo tecnológico y
en las sociedades rurales.
Pionero en el campo de los estudios
etnobotánicos centrados en grupos humanos primitivos fue Schultes (Fotografía 1), quien
durante la II Guerra Mundial viajó a Sudamérica para obtener datos sobre
ciertos vegetales de importancia económica, vegetales entre los que se contaba
el caucho [2]. Tan aguerrido como excéntrico, este investigador residió en la
Amazonia durante 14 años, integrándose en la vida de las tribus locales y
reuniendo información sobre cientos de plantas medicinales y alucinógenas.
Información que fue recogida en una obra ya clásica: The healing forest [3].
A partir de entonces, la cantidad de trabajos etnobotánicos ha ido aumentando
de forma continuada hasta hoy [4].
Resulta
innegable que en Europa la cultura campesina, que es la que custodia los
conocimientos sobre plantas, se ha visto erosionada por un proceso que se
inició, con la Revolución Industrial, en la segunda mitad del siglo XIX y que
avanzó rápidamente a lo largo del XX, culminando con la llegada de la
Revolución Verde (1950-1970) [5]. Es por ésto que nuestro continente ha
recibido mucha menos atención que otras zonas del mundo desde el punto de vista
de los estudios etnobotánicos. Lo cual debería ser justo al revés, ya que es
precisamente en Europa donde están desapareciendo con mayor velocidad los
conocimientos ligados a las sociedades rurales. Algo en lo que tienen mucho que
ver los procesos de aculturación y globalización que comenzaron, al finalizar
la II Guerra Mundial, a través de instituciones tales como el Banco Mundial y
el Fondo Monetario Internacional, organismos que asumieron la tarea de imponer
una mal llamada modernización [6].
En lo
que a nuestro país respecta, hay que dejar bien claro que, si bien en España la
ciencia que nos ocupa es una disciplina relativamente joven, a estas alturas
existen ya suficientes trabajos (Fotografía 2) como para que haya quedado más
que demostrada la riqueza de nuestro patrimonio etnobotánico. Lo cual, por otro
lado, no debería extrañarnos, ya que:
1. Nuestro territorio destaca entre los europeos por su
abundancia florística [7].
2. La Península Ibérica constituye un auténtico crisol cultural.
Algo en lo que han tenido mucho que ver los numerosos pueblos (iberos, celtas,
fenicios, griegos, romanos, bárbaros, judíos, árabes, etc.) que a lo largo de
la historia se han asentado en estas tierras. Pueblos entre los que hay que
destacar a los romanos y los árabes, ya que, además de introducir una serie de
plantas útiles, dieron a conocer eficaces técnicas de cultivo [8].
3. El estrecho contacto existente entre España y América
posibilitó la llegada de nuevos vegetales a nuestro país antes de que lo
hicieran al resto de Europa.
Fotografía 2.- Emilio BLANCO (izquierda) entrevistando a un grupo de ancianos en el Hogar del Jubilado (Macotera, Salamanca). Este tipo de entrevistas son la base de los estudios etnobotánicos de campo. Fotografía: Feliciano CASTRO.
Sin embargo, y pese a lo que acabo de apuntar, mi ya larga
experiencia como investigadora y, sobre todo, como docente y divulgadora, me ha
llevado a la conclusión de que, sorprendentemente, en España la etnobotánica
sigue siendo una ciencia poco conocida y valorada fuera del ámbito
especializado. Algo que no se entiende, ya que, puestos a ser prácticos, no hay
que olvidar que la disciplina a la que me dedico puede emplearse como una útil
herramienta tanto para potenciar el uso de determinadas plantas utilizadas
tradicionalmente, como para elaborar estrategias de conservación de los
recursos botánicos de cualquier territorio, para identificar nuevos recursos
promisorios alimenticios, farmacológicos e industriales o, incluso, para
promover el desarrollo de zonas deprimidas.
AGRADECIMIENTOS
- A mi colega Emilio BLANCO CASTRO, tanto por cederme
amablemente la fotografía que acompaña este artículo, como por tomarse el trabajo
de revisar la versión preliminar del mismo.
- A la UAM Gazette, por permitirme reproducir íntegramente en esta entrada
el artículo que me fue publicado en esta revista el 29/06/2012, al cual se
puede acceder pinchando en el siguiente enlace:
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
[1] HARSHBERGER,
J. W. (1896). The purpose of ethnobotany. Botanical gazette 21(3):
146-154.
[2] BALICK, M. J. & P. A. COX
(1996). Plants, people and culture: the science of
ethnobotany. Scientific American Library.
New York.
[3] SCHULTES, R. E. & R. F. RAFFAUF (1990). The healing forest:
medicinal and toxic plants of the northwest Amazonia. Historical, ethno-
& economic botany series 2. Dioscorides Press. Portland, Oregon.
[4] COTTON, C. M. (1996). Ethnobotany: principles and applications. John
Wiley & Sons. London.
[5] PÉREZ, M. T. (1994). La disolución
de las sociedades campesinas tradicionales en el mundo mediterráneo. In: A.
Sánchez Picón (ed.), Agriculturas mediterráneas y mundo campesino: cambios
históricos y retos actuales. Actas de las Jornadas de Historia Agraria,
celebradas en Almería los días 19-23 de abril de 1993: 13-43. Actas 19.
Instituto de Estudios Almerienses, Diputación de Almería. Almería.
[6] SEVILLA, E. & A. M. ALONSO (1995). Para una teoría
etnoecológica centro-periferia desde la agroecología. Prácticas ecológicas para una agricultura de calidad: actas del I
Congreso de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (S.E.A.E.), celebrado
en Toledo los días 28-29 de septiembre de 1994: 448-460. Consejería de
Agricultura y Medio Ambiente, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Toledo.
http://bit.ly/14h0S2L
[7] SAINZ, H. & J. E. HERNÁNDEZ-BERMEJO (1981). Síntesis corológica de las dicotiledóneas endémicas de la Península Ibérica e Islas Baleares. Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias. Madrid.
[8]
MESA JIMÉNEZ, S. (1996). Estudio
etnobotánico y agroecológico de la Sierra de Mágina (Jaén). Tesis doctoral
inédita. Dpto. de Biología Vegetal I, Facultad de Ciencias Biológicas,
Universidad Complutense de Madrid. Madrid.
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