domingo, 1 de diciembre de 2013

EL "CITRONAT", ESA DULCE Y FRUTAL GOLOSINA



Parece ser que la cidra (Citrus medica L., Rutaceae), el único cítrico conocido por griegos y romanos [1, 2, 3, 4], se extendió por la cuenca del Mediterráneo antes de las invasiones islámicas. Algo que sucedió gracias a los judíos, quienes necesitaban una variedad de ésta (concretamente, la conocida como etrog) (Fotografía 1) para ofrendarla en el Sucot o Fiesta de los Tabernáculos [5], celebración que tiene su origen en el éxodo.




Fotografía 1.- Etrog. Esta es la variedad de cidra (Citrus medica L.) que los judíos ofrendan en el Sucot o Fiesta de los Tabernáculos. Fotografía de ARIEL. Fuente: Wikipedia (http://bit.ly/185izHX).


Según el Libro de la división de los tiempos o Calendario de Córdoba (961), un curioso tratado escrito por el obispo mozárabe Recemundo, el cidro era cultivado en el al-Ándalus del s. X [6, 7, 8, 9]. Lugar éste en el que las primeras cidras maduraban en diciembre, utilizándose en enero para preparar un jarabe1 y una confitura [12, 13] que bien pudiera ser el citronat.

Aunque aparece mencionado en tratados médicos y farmacológicos, el citronat o diaçitron era en realidad una conserva dulce [14]. Algo que demuestra el hecho de que, a diferencia de los auténticos letuarios, que eran los medicamentos antiguos por excelencia [15], esta golosina destacaba por su sencillez, pues sus ingredientes se reducían a dos: el azúcar y, por supuesto, la cidra [16, 17].


La sencillez del diaçitrón no era óbice para que admitiera diversas presentaciones, las cuales dependerían seguramente de la época, de la localidad e, incluso, del confitero. Al fin y al cabo, si la carne de membrillo (Cydonia oblonga Mill., Rosaceae) fue objeto de múltiples variaciones, la conserva que nos ocupa no lo iba a ser menos. Sin embargo, en el caso del diaçitron las variaciones no debieron depender únicamente de la proporción de azúcar o del tiempo de cocción sino también, de la parte de la cidra que se empleaba en su preparación [18]. Así, mientras unos autores afirman que el citronat consistía en trozos de cidra secados y escarchados [19] (Fotografía 2), otros sostienen que este dulce se hacía con la pulpa2 [21] o con la cáscara3 [24, 25, 26] del fruto. En cualquier caso, e independientemente del procedimiento de obtención, todos los investigadores coinciden en que el diaçitrón fue siempre una golosina sólida o seca que podía presentarse en forma de cuartos o tajadas o en cajas [27].




Fotografía 2.- Citronat consistente en trozos de cidra secados y escarchados.  Fotografía de la AUTORA.


El diaçitron es mencionado por diversos escritores medievales. Entre ellos, por Juan Ruiz (c. 1284-c. 1351), el célebre Arcipreste de Hita, quien en su famoso Libro de buen amor (s. XIV) cuenta como la intrigante alcahueta Trotaconventos le aconseja que ame a alguna monja y, con el fin de convencerle, le tienta con una detallada relación de los manjares con los que las religiosas obsequian a sus “amigos viciosos”4, entre los cuales incluye:



“Diaçitrón, codonate5 é letuario de nueses6, . . .”.
[32].


Otro sacerdote literato que habla del citronat es Alfonso Martínez de Toledo (c. 1398-c. 1470), el Arcipreste de Talavera, el cual alude a él en su obra Corbacho o Reprobación del amor mundano (1438) [33, 34]. Un tratado moral cuyo Capítulo XXXIV (Del quinto pecado mortal) trata de la gula [35].


Tirant lo Blanch (Tirante el Blanco) (1490) es una extensa novela que tiene tanto de caballeresca como de costumbrista pues su autor, el valenciano Joanot Martorell (1413-1468), parece estar más interesado en los aspectos cotidianos de la vida de su héroe (el Tirant del título) que en las proezas de éste. De ahí que dicho libro proporcione valiosa información sobre los exquisitos dulces con los que se deleitaban las clases altas de la época. Prueba de ello es esa frase del mismo que menciona:


“ . . . hun gran plat d’or, en lo qual havia citronat e pinyonada7, e amel·les [Prunus dulcis (Mill.) D.A. Webb, Rosaceae] e pinyons confits” [37].


Debido a su alto precio, los dulces en general (y el diaçitrón en particular) fueron considerados durante el Medievo un refinado artículo de lujo, apropiado para agasajar a las más altas personalidades. Así, en el libro de cuentas de Sant Vicenç quedó registrado que en 1424 se compraron citronat, pinyonada y vi grech (malvasía) para hacer los honores a un prelado: el Arzobispo de Tarragona8 [39].


Entre los manjares con los que la ciudad de Sevilla obsequió a los invitados al enlace de Enrique IV de Castilla (1425-1474) (Fotografía 3), que tuvo lugar en 1455, figuraron:


“ . . . diez caxas de diaçitrón a 110 mrs.” [40].





Fotografía 3.- Enrique IV de Castilla (1425-1474) según miniatura de un manuscrito del viajero alemán Jörg von EHINGEN (c. 1455). En el banquete de boda de este rey se sirvió citronat. Fotografía de autor DESCONOCIDO. Fuente: Wikipedia (http://bit.ly/187Fena).


Y para preparar el convite con el que el Condestable de Castilla homenajeó en 1460 a uno de los embajadores del rey francés Juan de Foix (1450-1500):


“Hicieron cocer mucho pan blanco y compraron cuatro o cinco cargas de vino blanco y tinto, muy oloroso y muy fino, y así mismo muchos sábalos y otros pescados frescos y muchas conservas de diaçitrón y confites, y dátiles [Phoenix dactylifera L., Palmae] y palmitos [Chamaerops humilis L., Palmae] y otras muchas frutas verdes y secas, cuantas según el tiempo se pudieron haber” [41].


Cuando los emisarios de Carlos El Temerario (1433-1477), Duque de Borgoña, se detuvieron durante unos días (concretamente, a finales del mes de julio de 1472) en Zaragoza, camino de Pedralbes, lugar al que se dirigían con el fin de entrevistarse con el monarca Juan II de Aragón (1398-1479), la ciudad les agasajó con, entre otras cosas:


“19 libras de citronat, a 4 sueldos . . . 76 sueldos” [42].


Por otra parte, tenemos constancia bien documentada de que, entre los años 1481 y 1492, los Reyes Católicos (Fotografía 4) no pusieron ningún reparo a la hora de pagar grandes sumas de dinero a los proveedores encargados de proporcionarles los dulces que consumían en cantidades ingentes allí donde estuvieran. Estos proveedores (los sucrers9 García d´Agramunt, Martín de Belimont, Jaime Bonança, Luis García y Jaime de Santafé y la monja Sor Esperanza Donada) residían todos en la ciudad de Valencia y elaboraban, entre otras delicadas golosinas, marzipanes (mazapanes), pinyonada, panes de azúcar, conserva rosada10melrosada11confites de almendras y avellanas (Corylus avellana L., Betulaceae), frutas en conserva, carne de membrillo y por supuesto, citronat o diaçitrón. Una fruslería de la cual Don Fernando llegó a decir una vez que era algo “muy especial” [45].




Fotografía 4.- Isabel I de Castilla (1451-1504) y Fernando II de Aragón (1452-1516). Más conocidos como los Reyes Católicos, estos regios esposos “fueron inclinados en grado sumo a los placeres que un buen postre –muy azucarado a ser posible- proporciona a los `gourmets´de todos los siglos” [46]. Algo que explica su afición al citronat. Fotografía de autor ANÓNIMO. Fuente: Wikipedia (http://bit.ly/1eKen24).


Hasta aquí el diaçitrón. Sin embargo, no podemos concluir la presente entrada sin hacer mención al hecho de que en la España medieval se elaboraban otros dulces de cidra que, aunque muy parecidos a éste, no eran exactamente lo mismo. Prueba de ello es que en el Libre de totes maneres de confits, tratado anónimo sobre dulcería que data del s. XV, no sólo se explica cómo confitar la cáscara de la cidra con miel y cómo confeccionar ponsem ras, una especie de mermelada de cidra endulzada también con este edulcorante natural [47]. Además, se describe la manera de cubrir con una capa de sirope de azúcar y aygo ros (agua de rosas) el ponsemat (confitura de ponsem) preparado con anterioridad [48, 49]. Por último, en lo que al ponsempmet12 respecta, conviene saber que esta variedad de cidra, que se caracteriza por ser de pequeño tamaño y tener forma redondeada, se confitaba, aparte de con miel, con el sirope al que ya se ha aludido [50].



Beatriz T. Álvarez


AGRADECIMIENTOS


- Al etnobotánico Pedro Manuel DÍAZ FERNÁNDEZ, por proporcionarme el ejemplar de Comer con Isabel de Castilla. La cocina en tiempos de la Reina Católica que he consultado para la preparación de la presente entrada.

- A Beatriz DÍAZ RODRÍGUEZ, del Servicio de Reproducción de Documentos de la Biblioteca Tomás Navarro Tomás (Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC), y al personal de la Oficina de Reprografía de la Biblioteca Nacional de España, por el excelente trato que me dispensaron siempre que necesité reproducciones de los fondos documentales de estas instituciones.

- A Héctor REINA MARTÍN, por suministrarme el citronat que aparece en la Fotografía 2 del presente artículo.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


[1] ÁLVAREZ, B. T. (2013). “Manzanas de la Media”. La cidra, el primer cítrico conocido en Europa. Blog “La etnobotánica, esa ciencia interdisciplinar”.


[2] ÁLVAREZ, B. T. & L. RAMÓN-LACA (2005). Pharmacological properties of citrus and their ancient and medieval uses in the Mediterranean region. Journal of Ethnopharmacology 97(1): 89-95.



[3] LÓPEZ GONZÁLEZ, G. (2004). Guía de los árboles y arbustos de la Península Ibérica y Baleares. Especies silvestres y las cultivadas más comunes. Ediciones Mundi-Prensa. Madrid, Barcelona, México.


[4] RAMÓN-LACA, L. (2003). The introduction of cultivated citrus to Europe via Northern Africa and the Iberian Peninsula. Economic Botany 57(4): 502-514.


[5] TOLKOWSKY, S. (1937). Hesperides: a history of the culture and use of citrus fruits. Staples & Staples. Westminster. Cit in: A. Riera (2001), Las plantas que vinieron de Levante. Acerca del legado alimentario islámico en la Cataluña Medieval. Anuario de Estudios Medievales 31(2): 787-841.

[6] DOZY, R. & Ch. PELLAT (1961). Le Calendrier de Cordoue. Medieval Iberian Peninsula Texts and Studies I. E. J. Brill. Leiden.


[7] LÓPEZ y LÓPEZ, A. C. (1994). Estudio particular de las especies botánicas que se citan en el “Calendario de Cordóba” de ‘Arīb ibn Sa‘d’. In: E. García Sánchez (ed.), Ciencias de la Naturaleza en al-Andalus. Textos y Estudios 3: 43-78. Escuela de Estudios Árabes, CSIC. Granada.


[8] PÉREZ, J. (1981). Medicina y dulcería en el “Libro de buen amor”. Escuela de Folklore del Instituto Canario de Etnografía y Folklore, Cupsa Editorial. Las Palmas de Gran Canaria, Madrid.



[9] RINCÓN, M. (2003). Mozárabes y mozarabías. Acta Salmanticensia, Estudios históricos y geográficos 123. Ediciones Universidad de Salamanca. Salamanca.


[10] DOZY & PELLAT, Op. cit.


[11] LÓPEZ y LÓPEZ, Op. cit.


[12] DOZY & PELLAT, Op. cit.


[13] LÓPEZ y LÓPEZ, Op. cit.


[14] PÉREZ, Op. cit.


[15] CEJADOR, J. (1913). Notas a “Libro de buen amor II”. In: Arcipreste de Hita, Libro de buen amor II: 7-293. Clásicos Castellanos 17. Ediciones de “La Lectura”. Madrid.

http://bit.ly/1hqvGc7


[16] BAILE, E. (2009). Repertori d´aliments en el “Tirant lo Blanc”: “e dinaren-se ab molt gran plaer”. Tirant 12: 5-31.



[17] PÉREZ, Op. cit.


[18] PÉREZ, Op.cit.


[19] SERRANO, F. (2008). La consideración y el ejercicio del cocinero cortesano en Navarra durante la Baja Edad Media. En la España Medieval 31: 357-412.



[20] ÁLVAREZ, Op. cit.


[21] PÉREZ, Op. cit.


[22] ÁLVAREZ, Op. cit.


[23] PÉREZ, Op. cit.


[24] CEJADOR, Op. cit.


[25] LUJÁN, N. (1988). Historia de la gastronomía. Plaza & Janés. Esplugues de Llobregat.


[26] PÉREZ, Op. cit.


[27] PÉREZ, Op. cit.


[28] GARCÍA, J. V. (2013). Alimentación y salud en la Valencia medieval. Teoría y prácticas. Anuario de Estudios Medievales 43(1): 115-158.

[29] FARAUDO, L. (1946). “Libre de totes maneres de confits”. Un tratado manual cuatrocentista de arte de dulcería. Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona 19: 97-134.



[30] FARAUDO, Op. cit.


[31] CEJADOR, Op. cit.


[32] ARCIPRESTE de HITA (1913). Libro de buen amor II. Clásicos Castellanos 17. Ediciones de “La Lectura”. Madrid.



[33] LUJÁN, Op. cit.


[34] MARTÍNEZ de TOLEDO, A. (2004). Arcipreste de Talavera o Corbacho. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Alicante.


[35] MARTÍNEZ de TOLEDO, Op. cit.


[36] FARAUDO, Op. cit.


[37] MARTORELL, J. (2011). Tirant lo Blanch. Organisme Autònom per a la Societat de la Informació de la Diputació de Tarragona. Tarragona.



[38] ANÓNIMO (2013). Gastronomía medieval. Un poco de historia en tu cocina. Recuperamos la tradición para tí. Página web del Patronato Municipal de Turismo de Peñíscola.



[39] ALTISENT, A. (1970). Notes sobre postres, vins i fruita al segle XV. Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura 46(2): 236-242.


[40] GESTOSO, J. (1910). Curiosidades antiguas sevillanas. Serie segunda. El Correo de Andalucía. Sevilla.



[41] VALLES, J. (2004). Comer con Isabel de Castilla. La cocina en tiempos de la Reina Católica. Editora Provincial, Excma. Diputación Provincial de Valladolid. Valladolid.


[42] FALCÓN, M. I. (1984). La alimentación en Aragón en la segunda mitad del siglo XV: el caso de Zaragoza. In: V.V. A.A., “Manger et boire au Moyen Age”: actes du Colloque de Nice (15-17 octobre 1982). T. 2 (Cuisine, maniéres de table, régimes alimentaires): 209-217. Publications de la Faculté des Lettres, Arts et Sciences Humaines de Nice, Nouvelle série 28. Centre National de la Recherche Scientifique. Nice.


[43] SERRANO, Op. cit.


[44] PÉREZ, Op. cit.


[45] BALLESTEROS, M. (1943-1944). Valencia y los Reyes Católicos (1479-1493). Texto y apéndice I. Discurso leído en la solemne inauguración del curso académico de 1943 a 1944 en la Universidad de Valencia por Manuel Ballesteros Gaibrois, Catedrático de Historia Universal. Separata de los “Anales de la Universidad de Valencia” 153. Universidad de Valencia. Valencia.



[46] BALLESTEROS, Op. cit.


[47] FARAUDO, Op. cit.


[48] FARAUDO, Op. cit.


[49] PÉREZ, Op. cit.


[50] FARAUDO, Op. cit.





1 El Calendario no aclara si este jarabe, que se hacía con la pulpa de la cidra [10, 11], se usaba con fines medicinales.
La pulpa de la cidra es escasa, verdosa y ácida [20].
A veces, lo que se confitaba de esta cáscara, que es muy gruesa, era la parte interior blanca de ésta [22, 23].
Legendaria es la pericia de la que han hecho y siguen haciendo gala las monjas en lo que a materia de dulcería se refiere. Entre ellas, las del convento valenciano de la Puritat, las cuales eran conocidas en 1439 por su poncirat [28], una golosina que, a juzgar por su nombre, se confeccionaba con cidra (poncir, en catalán) [29]. Por otro lado, parece ser que algunos de los dulces que hoy se venden en nuestras confiterías y pastelerías tienen su origen en los monasterios femeninos medievales. Sobre todo, los elaborados con frutas, que las religiosas seguramente obtendrían de los huertos de sus conventos [30].
Carne de membrillo (Cydonia oblonga Mill., Rosaceae) [31].
Nueces (Juglans regia L., Juglandaceae). Teniendo en cuenta el contexto en el que se le cita, es de suponer que, al igual que el diaçitron, este letuario fuera más un dulce que una medicina.
Pasta que se hacía con piñones (Pinus pinea L., Pinaceae) tostados, miel, clara de huevo y especias [36].
Otro miembro de las altas instancias eclesiásticas aficionado al citronat fue Benedicto XIII (1328-1423), el Papa Luna, quien solía merendar este dulce [38].
Confiteros.
10 Los ingredientes principales de este dulce, que se presentaba en forma de tabla y quizá también en grageas, eran el azúcar blanco y las rosas (Rosa sp., Rosaceae) [43].
11 Jarabe que se preparaba con miel y rosas [44].
12 Diminutivo de ponsemp. 

martes, 6 de agosto de 2013

"MANZANAS DE LA MEDIA". LA CIDRA, EL PRIMER CÍTRICO CONOCIDO EN EUROPA




La gran importancia actual de la familia de las rutáceas se debe básicamente a que a ella pertenecen los cítricos. Un grupo de plantas que juega un papel clave en la alimentación humana, ya que proporciona muchas de las frutas más consumidas hoy a nivel mundial. Y con ésto me refiero a las naranjas, tanto dulces [Citrus x sinensis (L.) Osbeck] como amargas (C. x aurantium L.), las mandarinas (C. reticulata Blanco), los limones [C. x limon (L.) Osbeck], los pomelos (C. x paradisi Macfad), las limas [C. x aurantiifolia (Christm.) Swingle], . . . Es decir, a los agrios o, por extensión, cítricos. Sin embargo, la presente entrada no trata sobre ninguna de estas frutas, sino sobre la cidra (C. medica L.), un agrio de gran importancia cultural ya que, al parecer, fue el único conocido por griegos y romanos.


Originaria del Himalaya y cultivada desde muy antiguo, la cidra (Fotografía 1) llegó a Media y Persia (actual Irán) hacia el s. VII a.C. [1], siendo allí donde fue descubierta por las tropas del célebre Alejandro Magno (356-323 a.C.) 3 siglos después [2].




Fotografía 1.- De pulpa escasa, verdosa y ácida, la cidra (Citrus medica L.) es un fruto cuya cáscara, que es muy gruesa, se ha utilizado en confitería. Fotografía de Klaus REGER. Fuente: Wikipedia (http://bit.ly/11rzAJ8).


El griego Teofrasto (c. 371-c. 287 a.C.) fue el primer autor clásico en hablar tanto de la cidra como del árbol que la da: el cidro [3]. De hecho, en su Sobre las causas de las plantas, uno de los más importantes tratados botánicos de la antigüedad, no sólo hace referencia a la procedencia de este árbol y al agradable aroma de sus hojas y frutos. También, da a conocer los nombres griegos del cidro y de la cidra, señalando las virtudes de ésta como repelente de insectos y antídoto y mencionando que, además, puede usarse para perfumar el aliento:


"Media y Persia tienen, entre muchas otras [plantas peculiares], esa que se conoce como `manzano médico´1 o `persa´ . . . La `manzana´ [médica] no se come, pero huele muy bien, al igual que la hoja del árbol. Y si la `manzana´ se pone entre las ropas, las protege de la polilla. Es también útil cuando alguien ha ingerido algún veneno mortal; si se administra junto con vino provoca el vómito y permite la expulsión del veneno; también [sirve] para perfumar el aliento; para ello, hay que elaborar un preparado cociendo la parte interior [pulpa] de la `manzana´, o exprimir ésta dentro de la boca por algún medio, inhalando después, . . . ”  [4].


Después de Teofrasto, otros autores citaron la cidra y el cidro en sus escritos, si bien es cierto que limitándose muchas veces a repetir lo que el insigne filósofo dijo sobre este árbol y su fruto. Por eso, y con el fin de evitar reiteraciones que puedan llegar a aburrirles, a partir de ahora se estudiarán única y exclusivamente aquellos fragmentos de obras botánicas, agronómicas, médicas y gastronómicas clásicas que aporten datos distintos a los expuestos en Sobre las causas . . .


Bien, ahora, y una vez hechas las debidas aclaraciones, creo que ya va siendo hora de que sepan que la primera mención a la cidra en un texto romano puede encontrarse en las Geórgicas (29 a.C.). Un bucólico poema en el que Virgilio (70-19 a.C.), el pelotillero oficial del emperador Augusto, describe el sabor de este fruto y comenta que en Media lo empleaban para tratar la halitosis y la fatiga respiratoria senil:


"La Media da la manzana de jugos ácidos,
y de dejo [regusto] tenaz [persistente], . . .
. . . ; a los medos es recurso
contra el aliento fétido, y alivio
para el asma que aflige a los ancianos”
[5].


El médico griego Dioscórides (c. 40-c. 90 d.C.) fue el autor de la famosa De materia medica (60-79 d.C.) [6], la farmacopea más difundida durante la Edad Media y el Renacimiento. En ella, nuestro docto galeno nos informa de que las cidras (“citria”, en latín, según él) (Fotografía 2) eran muy conocidas en su época, recomendándolas en aquellos casos en los que las embarazadas tuvieran náuseas o antojos. En cuanto a la semilla del cidro, Dioscórides le atribuye propiedades laxantes (siempre y cuando, eso sí, se ingiera con vino) [7].





Fotografía 2.- La cidra (Medica Mala, derecha) y la naranja (Aurantia Mala, izquierda) tal como aparecen representadas en Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos. Obra de Andrés de LAGUNA (1499-1559) publicada en 1555, este libro es la versión del tratado de Dioscórides que se ha consultado para la preparación de la presente entrada. Fuente: Biblioteca Digital Hispánica (http://bit.ly/1cn8AAH).


Contemporáneo de Dioscórides fue Plinio (23-79 d.C.), quien en su monumental Historia natural llama al cidro “manzano asirio” y comenta que, debido a su excelente reputación como planta medicinal, este árbol era muy apreciado. Especialmente, en Media, uno de sus lugares de origen [8].


Hasta el momento hemos visto textos en los que o bien se indica explícitamente que la cidra no es comestible o bien no se dice nada en este sentido. Sin embargo, sabemos que tanto el fruto como las hojas del cidro fueron muy apreciados por los cocineros romanos. Y todo gracias ni más ni menos que a De re coquinaria.


De datación incierta (se cree que fue escrito entre los siglos I y III de nuestra era), De re coquinaria es el libro de cocina más antiguo que se conoce. En él su autor (un tal Apicio) [9] incluye el cidro (“citri”) en la:


“Lista de especias [secas] indispensables para la casa, a fin de poder preparar todos los condimentos”.


Comentando que para “conservar las cidras” hay que:


“Echarlas en un recipiente, tapar [éste] con yeso y colgarlo".


Y dando dos curiosas recetas en las que intervienen tanto estos frutos como las hojas del árbol que los da:


- Una de ellas, la de un contundente plato que se preparaba envolviendo “cidras limpiadas por dentro y por fuera, cortadas en trozos y cocidas en agua” en una pasta que se obtenía cociendo paletilla de cerdo y pequeñas salchichas troceadas junto con caldo, aceite, vinagre, defritum2, garum3 y diversas hortalizas y especias.

- La otra, la de una bebida que se hacía endulzando con miel el líquido resultante de macerar durante 40 días hojas verdes de cidro en mosto. Bebida ésta que recibía el paradójico nombre de ¡vino de rosas4 sin rosas! [12].



Beatriz T. Álvarez


MUY IMPORTANTE


Dedico esta entrada a la MEMORIA del profesor, divulgador e investigador Pedro Manuel DÍAZ FERNÁNDEZ. Un etnobotánico de pro que contribuyó, de manera GENEROSA y totalmente DESINTERESADA, a la continuación del presente blog. MUCHAS GRACIAS compañero. Descansa en paz.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


[1] LÓPEZ GONZÁLEZ, G. (2004). Guía de los árboles y arbustos de la Península Ibérica y Baleares. Especies silvestres y las cultivadas más comunes. Ediciones Mundi-Prensa. Madrid, Barcelona, México.


[2] CLEENE, M. de & M. C. LEJEUNE (2003). Compendium of symbolyc and ritual plants in Europe. Vol. I: trees and shrubs. Man & Culture Publishers. Ghent.


[3] CLEENE & LEJEUNE, Op. cit.


[4] THEOPHRASTUS (1916). Enquiry into plants and minor works on odours and weathersigns with an English translation by Sir Arthur Hort in two volumes. Vol. I. The Loeb Classical Library. William Heinemann, G.P. Puntnam´s Sons. London, New York.

http://archive.org/stream/enquiryintoplant01theouoft#page/n9/mode/2up


[5] VIRGILIO (1961). Virgilio en verso castellano: “Bucólicas”, “Geórgicas”, “Eneida”. Clásicos Universales “Jus” 4. Jus. México.


[6] ÁLVAREZ, B. & L. RAMÓN-LACA (2005). Pharmacological properties of citrus and their ancient and medieval uses in the Mediterranean region. Journal of Ethnopharmacology 97(1): 89-95.

http://dx.doi.org/10.1016/j.jep.2004.10.019


[7] LAGUNA, A. de (1555). Pedacio Dioscorides anazarbeo, Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos traduzido de lengua griega en la vulgar castellana & illustrado con claras y substantiales annotationes, y con las figuras de innúmeras plantas exquisitas y raras por Andres de Laguna. Iuan Latio. Anuers.

http://bit.ly/132hjQg


[8] PLINIO (1629). Historia natural de Cayo Plinio Segundo traduzida por el licenciado Geronimo de Huerta y ampliada por el mismo con escolios y anotaciones; tomo segundo. Iuan Gonçalez. Madrid.

http://alfama.sim.ucm.es/dioscorides/consulta_libro.asp?ref=B18803994&idioma=0


[9] PASTOR, B. (1987a). Prólogo. In: B. Pastor Artigues (ed.), Cocina romana: “De re coquinaria”: 2-3. Biblioteca Coloquio de autores latinos. Coloquio. Madrid.


[10] PASTOR, B. (1987b). Notas a “Apicii de re coquinaria”. In: B. Pastor Artigues (ed.), Cocina romana: “De re coquinaria”: 5-94. Biblioteca Coloquio de autores latinos. Coloquio. Madrid.


[11] PASTOR (1987b), Op. cit.


[12] APICIO (1987). “Apicii de re coquinaria”. In: B. Pastor Artigues (ed.), Cocina romana: “De re coquinaria”: 5-94. Biblioteca Coloquio de autores latinos. Coloquio. Madrid.





Debido a mi lamentable desconocimiento de las lenguas clásicas, me he visto obligada a castellanizar todos los nombres griegos que se citan en este texto.
2 Líquido espeso que resultaba de cocer vino hasta reducirlo a los 2/3 [10].
3 Condimento muy cotizado en Roma que se hacía prensando en toneles pescado de mar (generalmente, arenques y caballas) con sal y líquidos tales como agua, aceite, vinagre o vino [11].
4 Rosa sp. (Rosaceae).